jueves, 30 de julio de 2020

YAKU PEREZ CANDIDATO OFICIAL A LA PRESIDENCIA POR PACHAKUTIK



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“La noche de este Jueves 30 de julio, el Concejo político del Movimiento Pachakutik, luego de haberse reinstalado en horas de la tarde y después de un amplio debate que duró hasta estas horas de la noche resolvió postular oficialmente a Yaku Perez Guartambel, a la presidencia de la República del Ecuador en representación del movimiento Pachakutik Listas 18”.

 

Los analistas políticos serios y bien informados,  han destacado varios puntos importantes sobre el Ecuador y sus próximas elecciones presidenciales: Las encuestas que circulan se han realizado únicamente en ciertas zonas urbanas de Quito y Guayaquil, ignorando completamente al espectro donde radica la mayor población de nuestro país; lo suburbano, el agro, lo rural, la amazonía, etc.  Quizás la finalidad haya sido crear ciertas expectativas sobre determinados candidatos, aunque parece ser cada vez menos la población dispuesta a caer en esa clase de juego. La mejor referencia es Jaime Nebot -todo un capo de la política- quien ha preferido abandonar esta contienda, porque conoce qué es lo que quiere la gran mayoría de la población ecuatoriana. Nebot que hasta hace poco lucía como el “gran favorito a la presidencia”, se dio cuenta que la gente ya no quiere repetir los cromos. 

 

Hoy, el Movimiento Pachakutik (el único que es verdaderamente un movimiento democrático, donde no existe un propietario o caudillo decidiendo quién debe ser el candidato oficial) acaba de designar a Yaku Pérez Guartambel como el Candidato a la Presidencia de la República del Ecuador en representación del Movimiento Pachakutik Listas 18.  Esto como parte de un proceso de diálogo y concertación realizado en todo el país.

 

Pachakutik -además- ha sido la única tienda política en la cual ha habido  pre candidatos de primera como Yaku Pérez y Leonidas Iza, quienes conforman este movimiento que se renueva cada cierto tiempo y con el cuál simpatiza un espectro social, cada vez más amplio.

 

A diferencia de otros actores de la política, Yaku Pérez y Leo Iza no se han atacado, se han tratado respetuosamente y eso fortalece aún más a este poderoso tandem que seguro se convertirá en una de las mayores opciones presidenciales y políticas del Ecuador. No sabemos si habrá la intención de que vayan como dupla, algo bastante improbable porque seguro se vendrán las alianzas con varios sectores sociales y políticos. Lo que si cobra fuerza es que estos nuevos líderes, surgidos de una organización política horizontal y realmente democrática, serán protagonistas en primera línea de las próximas elecciones ecuatorianas y lo harán como parte de una organización que está logrando seducir a la gran mayoría de la población ecuatoriana, cansada ya de líderes que se dedican toda la vida a “luchar por el país”. Al parecer el deseo principal de la gente común de este país es que, de una vez se jubilen y den paso a otros ecuatorianos y ecuatorianas.

 

En política nada está dicho, pero parece ser que tantos años de promesas incumplidas: generar empleo, defender la naturaleza, combatir la corrupción, hacer de este un país para vivir mejor cada día, y un largo etcétera, están llegando al final de una etapa: La del rechazo general a  las empresas electoreras disfrazadas de agrupaciones políticas, donde un solo señor decidía quien sería el ungido.

 

Y es el Movimiento Indígena Plurinacional del Ecuador, luego de décadas de luchas y aprendizajes, el que aparece con una atractiva propuesta de cómo  lograr el viejo anhelo de todos los ecuatorianos, tener un gran país que sea:  justo, igualitario, agrícola, ecológico, humanista,  bello y naturalmente, próspero.

sábado, 4 de abril de 2020

Tiempos de Cuarentena

UN PAÍS DONDE LA GENTE NO RECUERDA AL MUÑECO PIN PÓN.

Hoy fui a la calle por medicinas para un familiar, salí sin cámara y sin intención de hacer fotos; por eso tuve que usar la mirada y la memoria para registrar lo que vi: Al menos dos personas tosiendo, sin ninguna protección, en lugares públicos, los demás no decían nada, solo preferían mirar a otro lado.

En mi recorrido encontré que en las tiendas alrededor de los mercados no existe ningún tipo de supervisión, y los expendedores usan máscarillas, de esas que no detienen el virus: ¿Será que los dueños de esos establecimientos no saben qué tipo de mascarilla deben usar? Nadie les dijo nada? Alguien los controla?. También pasé por al menos 4 farmacias y hallé expendedores de farmacias con guantes sucios y rotos, al parecer de varios días de uso.

No es difícil darse cuenta, que por más que pongan siete días de encierro, sin salir a ninguna hora, habrá gente en la calle porque -al igual que lo que ocurre en el cine- nuestro más craso error ha sido tener al mando de esta crisis a un gobierno, donde al parecer abunda gente sin visión, ni capacidad para administrar un país en condiciones normales, peor teniendo que hacerlo en medio de una pandemia. Cada día que pasa vemos como las acciones y omisiones del gobierno, hacen que poco a poco la población empiece a sentir estados de ansiedad.....de ahí al pánico, hay un toque.

Salir a buscar comida es comprensible, porque es más "cercano" el pánico a morir de hambre (el cual se desata más rápido debido a la ansiedad) que a morir contagiados por un virus. Nuestra memoria social no registra crisis originadas por virus, a diferencia de testimonios y relatos existentes, con respecto al hambre; por eso en este momento, habría que darse prisa en diseñar un sistema de distribución de alimentos que permita a la gente quedarse en casa...Pero si la gran mayoría hemos estado encerrados, por supuesto, pero eso hasta ahora, tras 17 días en cuarentena no ha impedido que los niveles de contagio se disparen. Súmese a lo descrito, la bajísima cantidad de pruebas de contagio realizadas en el Ecuador, lo cual impide tener datos para que la ciencia y la casuística acudan en nuestra ayuda.

Y como para cerrar el día, cinematográficamente, nos enteramos que la imagen de un cristo será paseada en helicóptero por las calles de Guayaquil (todo un homenaje a Fellini); aunque -lastimosamente- lo que pasa en las calles de Guayaquil, Quito y Cuenca, pinta más a película asiática de terror, pues nadie está pensando en UNA MANERA DIDÁCTICA Y SOLIDARIA para lograr que una población con malos hábitos de higiene, se quede en casa.

 https://www.youtube.com/watch?v=8fj-C_xCda8.

martes, 26 de abril de 2016

El Sentido de la Vida es buscar la Verdad no el Confort

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¿Cuál es el lugar que ocupamos en el planeta? ¿Cuáles son esas particularidades nuestras que gustan a otras personas? ¿Cómo nos miran desde fuera? ¿Somos parte de un lugar verdaderamente especial para vivir? ¿Vivimos en una ciudad que privilegia la Calidad de Vida?

Esas son algunas de las inquietudes sobre las cuales queremos reflexionar, y proponer. Necesitamos para ello conocer ¿ Qué es para ti Calidad de Vida? Ganar mucho dinero? Comer bien todos los días? Tener una pareja y una familia? Vivir tranquilo? 






Calidad de Vida es más que un decir, es un concepto, es una nueva forma de entender la vida, porque : ¿Qué es más importante disponer de dinero o disponer de  tiempo libre? ¿Qué cada persona de la ciudad disponga de un auto o que disponga de aire puro? ¿Vivir en un lugar en el cual se nos impongan las cosas o que podamos ser partícipes de las decisiones que se tomen?

Cuando empecemos a aplicar el criterio de Calidad de Vida nos daremos cuenta que TODO, absolutamente todo en nuestras vidas es parte de un complejo sistema en el cual nuestra manera de alimentarnos, de transportarnos, de trabajar, de descansar, nuestros hábitos, costumbres, aficiones, anhelos, son igual de importantes que la economía, la gobernabilidad, o el medio ambiente.

La Calidad de Vida estuvo –hasta hace poco-  atada a lo económico y al consumo sin conciencia, pero en un mundo que hace una transición hacia algún futuro  -aun- incierto; pero con un mayor grado de conciencia de la humanidad, la calidad de vida privilegia el Bienestar en el diario vivir, en estar satisfecho con el lugar y las características en las cuales se hace la vida, en principios como la solidaridad, y no solo en la posesión de lo material sino en la valoración de lo inmaterial y lo intangible.

Nota: Cierro con un agradecimiento a mi amiga Ariana Cayo quien desde Perú compartió la frase que le da título a esta nota: “El sentido de la vida es buscar la VERDAD no el CONFORT”.

domingo, 3 de abril de 2016

Un Tranvía llamado Deseo

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En el desenlace de la obra clásica del dramaturgo Tennessee Williams; Blanche, una de sus protagonistas dice: "Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños", con lo que rememora todos los engaños que había sufrido al intentar que algún hombre la rescatase.

Y nada más oportuno que tomar esa frase para lo que viene ocurriendo con el Tranvía de los Cuatro Ríos, nuestro tranvía, el de los cuencanos.   Los cuencanos nos hemos enfrascado en discuciones que nos han llevado al punto del quiebre anímico y mental con respecto a esta obra que transformará la vida de la ciudad de Cuenca.

Discusiones inútiles,  pues ya no cabe insistir en estos momentos si su origen es "legítimo" o no,  en el sentido que haya sido una obra surgida de la necesidad real de la ciudad. Claro que consta en programas y proyectos (Programas que suelen ser “socializados” por las autoridades de turno, mediante técnicos que justifican sus salarios mostrando informes, llenos de papeles y fotos, que certifican que el proyecto ha sido discutido con “cientos de cuencanos” en “varias asambleas”, pero que en honor a la verdad nunca son cantidades más allá de sus allegados políticos y de unos pocos profesionales interesados en el tema (Modus Operandi aplicado por todas las instancias políticas a nivel nacional ). En fin, lo cierto es que el Tranvía ya está en construcción y pronto será una realidad –trascendental- para la ciudad.

Discutir a estas alturas, el origen, el trazado, la planificación, etcétera; se ha vuelto para los ciudadanos una situación frustrante: Imaginemos que una vez levantados los muros de la Catedral Nueva de Cuenca, a algún ciudadano se le hubiese ocurrido discutir si la Catedral debía estar en el sitio que tiene, o si debía tener la altura o el diseño que estaba en construcción, o si iba a ser lo suficientemente grande como para que quepan todos los católicos, o si es que así como se levantaba una catedral en el centro, había que levantar otra en alguna parroquia.  Los ciudadanos debemos ser exigentes no solo con las autoridades sino con toda la sociedad, en el sentido que cuando hay un tema de interés público, estos deban discutirse públicamente, antes y no una vez que la obra sea irreversible.

Además, a quienes hemos participado de la dirigencia barrial nos queda claro que “los expertos” y los técnicos” son muy camaleónicos, y no habrá medida de intervención en la ciudad que alguno de ellos deje de avalar. Es por eso que, en los espacios de “especialistas” debe existir una sólida presencia ciudadana,  independiente, nada de groupies ni de legitimaciones ciudadanas montadas desde la estructura política de turno.

 Así mismo, los ciudadanos debemos estar claros que las autoridades deben bregar con temas cada vez más complejos, pues casi no existe proyecto que no tenga su nivel de decisión política, la cual suele contraponerse drásticamente a otros elementos como el patrimonio, el paisaje, el medio ambiente. Los ciudadanos debemos recordar diariamente que si se eligen autoridades es precisamente para que tomen esas decisiones trascendentales y que nadie más puede hacerlo. El Tranvía surge de ese compromiso y decisión política.
 antes y no una vez que la obra se ejecuta,  y no soloos que las autoridades deben bregar con temas cada vez mñntaron algunos em 
Lastimosamente hoy, el Tranvía, una obra que sin duda tiene el potencial y las características para darle a la ciudad un toque cosmopolita, de urbe moderna y sofisticada (conservando, además, su estructura patrimonial intacta) padece de un grave mal: Viene siendo maltratada desde ciertos sectores de la opinión pública, que lo hace desde sus visiones e interéses personales. 

La crisis económica incidió para que las obras se retrasen; sin embargo, hay que considerar que pese a la situación del país, los fondos –aunque retrasados- están llegando.

Cuando se ejecutaron los Planes Maestros, en el Centro Histórico de Cuenca, entre todas las intervenciones que se dieron, pasaron varios años, de molestias, de calles abiertas, de calles cerradas, de negocios con pérdidas, de trabajos retrasados, de obreros que trabajaban 24/7 y por eso quienes vivíamos en esa zona no podíamos ni descansar, peor dormir. Y claro que valió la pena, Cuenca dio un salto cuántico en urbanismo, en estética, en calidad de vida. Sin duda valió la pena, pero ¿Quién devuelve a los ciudadanos el tiempo perdido y la economía afectada?

Seguiré insistiendo que cuando existan obras de semejantes dimensiones, que van a alterar la vida, la economía y el estado anímico de la ciudad, dichas obras deberían venir acompañadas de planes de contingencia; para los pequeños almacenes, para los vecinos que tienen pequeños y medianos negocios, para el turismo, para la cultura; para que durante la ejecución de las obras no solo ganen dinero las constructoras, los técnicos, y los especialistas. Audaz o no, mediante acciones como esta es que las sociedades se transforman.

A estas alturas del avance de las obras, se vuelve necesario que desde la municipalidad se trabaje en el estado anímico de la ciudadanía, para que la dimensión que tiene el Proyecto Tranvía sea recuperado como un elemento positivo y transformador de la vida presente y futura de la ciudad de Cuenca.

¿Por qué no promover un turismo especializado, en estas épocas? Trabajar para que ingenieros, arquitectos, restauradores, urbanistas, artistas, conozcan el proceso de ejecución de esta transformación de la ciudad? En términos de propuesta hay que ser creativos, visionarios, innovadores. Y esa si es una responsabilidad que debe asumir la municipalidad.

Habría que lanzar campañas para que la ciudadanía recupere la calma y que –paralelamente- se trabaje en la planificación de nuevos negocios, locales, servicios, que podría tener el Centro Histórico de Cuenca, una vez se ponga en circulación esta obra que no tiene comparación en Ecuador ni en Suramérica, y que la va a tener Cuenca, la ciudad que tiene uno de los centros históricos más bonitos del mundo, y que hoy padece una de las enfermedades modernas: el pesimismo que se manifiesta desde la queja y la negatividad.

Parece que nos olvidamos que vivimos en un lugar privilegiado de muchas maneras, donde tenemos ríos, un centro histórico patrimonial, y muchos elementos que han ido estructurando la vida de una ciudad como pocas.

Es hora de detener las quejas y ponerse a trabajar para que a Cuenca no le pase lo que al personaje de Tennessee Williams, que deba depender de la amabilidad de los extraños para sentirse bien, y mas bien recupere el reconocimiento y la valoración de los propios.  Nos lo merecemos todos.




domingo, 3 de mayo de 2015

TODOSANTOS


“El rodar por tu empedrado es un beso prolongado que te da mi corazón”.



Barrio plateado por la luna, pintado de tonos que tienen siempre un aire gris opaco en mis recuerdos, no tanto por la tristeza cuanto por la soledad que respiré en sus calles. Gris potenciado por la noche, con portones embadurnados por la luz anaranjada de las bombillas Osram, sobre un fondo de negros intensos de sus paredes oscuras. Estela de colores, de seguro, inventada por las panaderas para darles algo de calor a sus madrugadas. 

La infancia no me da para evocar alguna de sus calles, pues aquella la pase en el mismo centro, en el barrio Norteamérica, o mejor dicho en las esquinas de la Borrero y Vega Muñoz, el pleno centro de Cuenca. La adolescencia me asaltó mientras jugaba un partido de fútbol en Todosantos; mejor razón no pude tener que una Gata de ojos enormes y labios carnosos, que a decir de cualquier envidioso de mi suerte: era una bocota, eufemismo para disimular las ganas que tenían de ser atrapados en esas fauces de felina imposible e improbable. 

Siempre la noche era la única oportunidad de verla, en medio de un gentío, de amigos, de pretendientes, de amigos pretendientes, de pretendientes enamorados que ella ignoraba reconocer. 
Ya sabemos que la belleza es un don que demanda respeto, pero que al mismo tiempo desata miedos, y en casos como el de un adolescente solitario, puede ser tan dañina como para convertirlo a uno en un caminante sin camino, en una hoja suelta en el viento de la tarde. Cosa rara, sin haber visto un otoño más que en el cine, siempre supe que esa era la estación más parecida a mi adolescencia; una hoja, miles de hojas lanzadas al viento. 

Mi otoño adolescente se parecía a las canciones de Bumbury, rebeldía embadurnada con altas dosis de melancolía y uno que otro poema, y es que como no hablar entonces de corazones rotos y tristes canciones, si tus compañeras de colegio siempre le daban más bola al profesor que tenía como treinta y pico, era soltero y además buen cantante...qué se yo! Por más que les presentaras tu corazón derretido, ellas siempre terminaban involucradas con aquel mancito a quien no sabíamos si odiar o envidiar. 
 
Pero la Gata era distinta, no me quedaba de otra que hacer ronda por su calle, por su manzana, por todo el barrio. Siempre había la posibilidad que deje sus oficios de princesa de castillo proletario y desciende al de hija común -eso si- nada más que para comprar en la tienda una coca cola, o unos tabacos para el papá. Ahora que lo pienso, eso debió haber estado programado para que todos le hagamos una corte, de suspiros, de miradas, de deseos, de envidias incluso, porque otras chicas del barrio siempre decían que guapa no era. 

Yo no hacía sino pasear los días, las tardes, y las noches por la Juan Jaramillo, por la Honorato Vázquez, por la Mariano Cueva, la Calle Larga era una obligación. Preocupada, mi familia, me obsequió una cámara fotográfica, una Minolta SRL semiautomática; y no es que nos hubiese sobrado la guita, como psicólogo mi papá intuyó que eso iba a salir más barato que tener un loco en casa. Inundé el barrio de imágenes, o mejor dicho, se las tomé prestadas; perros, grafitis, tiendas, borrachos, algunos zaguanes, pordioseros, jugadores de indor, de fútbol, un par de piernas, niños, cholas, mujeres. Debo decir que en años jamás me topé con una fiesta –acá no se hacían quinceañeras- eso si, desde la calle siempre se escuchaba a los locutores de deportes y noticias de las emisoras, que por el zumbidito inconfundible debían ser, de amplitud modulada, o sea la AM. 

Una tarde lluviosa de esas infinitas, en mi periplo de vagabundo solitario, encontré a otra de esas almas vagabundas: Sentado en un portal de la Calle Larga, con sus lentes gruesos, bastón de madera y sombrero de paño, manteniendo fija su mirada en la pared blanca del convento de las Oblatas. No parecía buscar nada, no había nada en lo que pudiera estar concentrado; quizás se miraba a si mismo y la pared hacía las veces de reflejo. Tuve miedo de hacerle la foto al anciano, pero una leve mirada suya me convocó a disparar la última foto que me quedaba en el rollo. 

Como dije, mi vida era un constante deambular por las calles del centro, Todosantos era el favorito para la tarde, por el olor del pan, por sus casas de paredes limpias, por el sol que se filtraba entre las ventanas e iluminaba las vetas marcadas en los rostros y esas miradas de cristal reluciente y al mismo tiempo cansado que tenían los ancianos, que parecían haber envejecido al mismo tiempo y ritmo que las paredes y las tejas de sus casas; y me gustaba sobre todo, pero por sobre todo, por ella, esa mujer con sobrenombre de felino, la Gata. 

Los años me fueron alejando de caminar por Todosantos, hasta una tarde de domingo en la que me encontré con una foto enmarcada. La pobreza de ser estudiante universitario me llevó a buscar al anciano. Dos, tres, cuatro casas se habían derrumbado, por ahí me ubicaron cual era la del fotografiado, entré; una señora tomó el retrato, sólo atinó a gritar, no me acuerdo ni lo que dijo porque al instante me vi rodeado de los hijos, los nietos, las hijas, las nietas del abuelo de la foto. Había fallecido unos años atrás. Ahora comprendo que cuando miraba la pared blanca estaba viendo el final de un camino, y su leve mirada era para aprobar que en el último fotograma de mi rollo
a color, quede grabada en tonos de melancolía, la que sería la última foto que le quedaba a él en el rollo de su vida. 

Más que la emoción de los suyos, me conmovieron la dignidad y la generosidad del viejo, para permitirnos tras su partida un regalo eterno a los suyos y a un muchacho, al cual lo único que lo unía era la misma soledad y el color del otoño. Salí agradecido de esa casa, ya no tan pobre pues había descubierto las implicaciones que el tiempo y la vida tienen con la fotografía, memoria, y los sentimientos; aunque mis bolsillos –debo anotarlo- salieron igual de vacíos que cuando llegué.
Desde entonces no he regresado a hacer fotos en Todosantos, quien sabe si la Gata se hizo monja pues nadie sabe de su destino; el otoño dejó de ser mi estación favorita, el profesor terminó casado con una alumna más joven que prefirió después fugarse con otro señor aún más viejo que el; las panaderías siguen sabiendo igual, y aunque mucho parece haber cambiado en este barrio, la pared del convento y las calles de tonos grises siguen estando ahí, aunque por cierto, he descubierto que mi estación favorita es el verano. 

 


Por: Patricio Montalezza

jueves, 23 de abril de 2015

De cuando se hundió el Titanic en Cuenca

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El Teatro Cuenca


A mediados del siglo pasado la conventual ciudad había cambiado, gracias a las maravillas que el siglo de las luces trajo consigo, el habitante común veía maravillado como la quintaesencia del movimiento y de la vida era algo inasible: la luz eléctrica, que entre sus múltiples usos y manifestaciones tenía una en particular,  la luz del cine.

Fue esta fascinación la que hizo que Cuenca siempre estuviera sometida a los influjos provenientes del vasto imperio del celuloide, una de las grandes pasiones que la comarca cuencana ha sabido asumir sin complejos y sin culpas.

El Teatro Popular, El México, El España, El Candilejas, El Lux y El Alhambra son los nombres de algunos de los cines que nutrieron la historia cinéfila de la incipiente urbe, una historia de la cual apenas si queda algún recuerdo difuso. xitos y beldades que se granjearon el afecto de los cuencanos y cuencanas es grande: Anita Eckber, Las historias proyectadas en esos cines de seguro dieron paso a otras historias; la mayoría de ellas quizás no han sido contadas, y habrá otras que probablemente jamás llegarán a serlo. Las del cine son historias que nutren a otras historias de amores y desamores, de encuentros y desencuentros, de alegrías y tristezas, de soledades de vidas marchitas, de soledades de vidas completas.

En 1960 ir al cine era un ritual indispensable para la vida de cualquier cuencano, una ventana al descubrimiento, al regocijo, al encuentro. La oscuridad de los largos pasillos permitía que los corazones broten con intensidad ante la improbable posibilidad de un fugaz encuentro, con un amigo, con un amor.

En esa época el Teatro Cuenca era el cine familiar por excelencia, el obligado lugar de encuentro de la sociedad cuencana, pero  la gloria del Teatro Cuenca ha sido duradera,  pues a cada generación este cine supo brindarle una buena dosis de inspiración y arte; como lo fue para los adolescentes de los ochentas la historia de un modesto y corajudo neoyorquino Rocky Balboa, el héroe que nos hacía falta, que siendo un ser humano cualquiera, al cual la vida le dio menos de lo que se suponía era necesario para triunfar, tuvo la valentía y el corazón suficiente para hacerlo.

La lista de éxitos y beldades que se granjearon el afecto de los cuencanos y cuencanas es grande: Anita Eckber, Yul Brinner, Deborah Keer, James Dean, Marilyn Monroe, Betty Davis, Marlon Brando, Gary Cooper, John Wayne provocaban emociones de todo calibre a la fervorosa y cándida audiencia morlaca, que desconocía que aquel enorme teatro había sido construido a partir de planos enviados desde los Estados Unidos, para que haya en Cuenca un teatro “igualito” a los de Hollywood.

A su existencia justa, aunque efímera, la fuerza del destino le impuso al viejo teatro una digna despedida; con la sala a reventar, quizás por última ocasión, el Titanic habría de hundirse en su pantalla, eran dos gigantes entregándose al adiós. Era el guión perfecto para una despedida, las imágenes del clásico hollywoodense idolatrado por millones de adolescentes en el mundo entero, mostraban a un Leonardo Di Caprio y a una Kate Winslet encarnando aquella posibilidad tan propia del cine, la del amor imposible.

Esa noche, es casi seguro que muchas parejas se prometieron un amor como el que estaba despareciendo ante sus ojos, aunque nadie fuera consciente que mientras abandonaban el teatro con una ilusión en sus miradas, la vieja sala también iba desapareciendo en medio de la oscuridad del tiempo.


Patricio Montaleza 


POSDATA: Este texto fue escrito en el año 2004, con la intención de recuperar la pérdida material y patrimonial que ocurrió con la demolición del Teatro Cuenca, hecho acontecido en el año 2003. Las autoridades municipales de esa época justificaron esa acción señalando que el teatro no era parte del inventario de edificaciones patrimoniales realizado por la Unesco, ya que fue construido con fecha posterior a 1930. Como compensación a la autorización dada al propietario del inmueble, se llegó a un acuerdo para que se preserve la fachada del inmueble y que en el último piso se construya una sala de cine para la comunidad. Una vez aprobados los planos, el propietario modificó la construcción de la sala aprobada y lo que quedó fue un cubículo a manera de sala, pero que jamás se usa. El municipio cobró una multa irrisoria al propietario (lo que permite la ley)  por haber irrespetado los planos aprobados y el dueño del parqueadero ganó espacio para  más autos.